Pasad sobre toda la piel del tomate con el corte del cuchillo, presionando sin
cortarla, para que se separe de la pulpa y después se despegará fácilmente
tirando de ella.
Otra
forma es escaldarlos en agua hirviendo. Primero haced un corte en cruz en la parte inferior del tomate para abrir la
piel. Cuando el agua esté hirviendo echad un tomate y mantenerlo de 10 a 20
segundos, sacándolo con una espumadera. Inmediatamente lo echáis en un bol con
agua y cubitos, veréis como la piel que rodea la cruz se desprende fácilmente.
Os
aconsejo que este proceso lo hagáis pieza a pieza y que seáis precisos con el
tiempo, es preferible volver a introducir en el agua caliente a que se os cueza
el tomate.
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